lunes, 13 de agosto de 2007

La feria de ventas

¿Y si nos hubiésemos equivocado de carrera? ¿Y si lo que se nos daba bien no eran las palabras, las presuntas verdades, la exigencia intelectual, el etéreo prestigio de las humanidades, sino el sano intercambio de bienes, la producción y venta de cosas útiles? Esta semana acompañé a un primo político de mi ex, y sin embargo amigo, a la Firaa, una feria de aire (refrigeración, calefacción y conducción) que se celebra cada dos años en el pabellón Costa Salguero rioplatense, a medio kilómetro del Aeroparque. Pocas cosas pude haber imaginado menos atractivas a priori, pero le eché una mano. Principalmente, por compañerismo. Pero había (hay) también una sensación de reciclaje, la puesta en duda de mi famosa frase "no tengo perfil de empresario", ese autoarrinconamiento falsamente humilde de descendiente de burguesía ilustrada liberal poco dada a la acumulación de dinero sin fines mayores. El día central del evento me correspondía atender en solitario el stand y promocionar un producto que, pronto comprendí, se vende solo: conductos de aire compuestos por tejido textil, que aventuro no tardarán muchos lustros en sustituir a las clásicas tuberías de chapa que conducen aire en cualquier edificio o instalación publicos. Un negocio potencialmente grosso: además de ser incomparablemente más ligeros y fáciles de montar y desmontar, pueden lavarse, contienen menos bacterias y son más baratos que los tradicionales. Llevaba cuarenta y cinco minutos hablando a profesionales del ramo sobre algo que desconozco completamente, y parecían satisfechos con la mercancía e, incluso, las explicaciones recibidas. Me habían bastado las cinco ventajas expuestas en los banners contiguos y haber escuchado al primo de mi ex en acción durante un par de horas. Por mi cerebro cruzó una ráfaga desapasionada: casi todo en esta mundo es venta. Conductos de aire, ideas, victimismos, latas de tomate o coches. No hay gran diferencia entre Pepe Blanco y un empresario cárnico. Con un motivo para la esperanza egoísta: si tus padres pudieron educarte bien y posees facilidad de palabra, puedes dedicarte a casi cualquier cosa. Se notan a la legua los productos de bajo rendimiento: necesitan demasiadas palabras a su alrededor. "La verdad necesita de muy poco para contarse" (M.).
Tenía razón Manu Chao cuando cantaba que "todo [o mucho] es mentira en este mundo", pero no nos olvidemos de desenmascarar a los quejicas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Si todo el mundo te dice que una idea es buena, ¿como va a ser buena?
(Uno)

Lucio dijo...

Coño, por fin esribe Uno...