lunes, 27 de agosto de 2007

“Muchas gracias y buenas noches”

¿Es la violencia un arma política legítima? La cuestión viene a cuento después de un intenso trabajo de campo en los aeródromos argentinos. De los 28 vuelos emprendidos en el país desde mi llegada al mismo, 25 han salido con más de una hora de retraso, y 19 con más de dos. El jueves pasado, tras esperar seis horas (seis) a que un avión de Aerolíneas despegara de Mendoza a Buenos Aires, escuché por vigésimo quinta vez desde el megáfono que “disculpáramos el retraso” del vuelo, “debido a causas ajenas a su voluntad”. Aplausos burlones y risas llenaron la aeronave, animada por el equipo juvenil de Godoy Cruz, ejemplar en su alboroto adolescente reventado de testosterona seborreica. Al despedirse, en una forma muy refinada de humillación, nos dieron las gracias y nos desearon “buenas noches” (uno pretendía llegar a Buenos Aires después de comer).
El grado de ineptitud y desfachatez de los gestores y empleados de los diferentes organismos implicados (con atención especial a Aerolíneas Argentinas) es tal, y la ausencia de sanciones tan clamorosa, que, tras pensarlo mucho, opino que la única solución es que un día se le escape alguna hostia a un viajero, o que una masa enfurecida destroce parcialmente un avión y meta el miedo en el cuerpo a la tripulación y al comandante.
A mí, desde luego, me están entrando ganas; voy a empezar a viajar en ómnibus.

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